En aquel entonces era poco habitual ver a mujeres circulando en moto. Y menos aún en una Lambretta, rumbo a Francia para empezar una nueva vida junto a su amado esposo. Así fue como Ángela empezó a labrar su futuro y el de su familia. Trabajando duro en los fogones de un restaurante en el país vecino. Tan duro que se ganó la confianza del dueño, que les traspasó el negocio a su jubilación. Como se hacía antes, ¡un apretón de manos daba fe de que se había llegado a un buen acuerdo! Ángela convenció al viejo propietario de pagarle la deuda mes a mes durante cinco años y que le avalara las primeras compras a los proveedores. No está mal para empezar, pensaréis… Pues sí. Así era nuestra Ángela, mujer de armas tomar, que acabó abriendo este restaurante llamado antaño La Palmera, conocido por sus espléndidas tortillas de patata y paellas, y cuatro negocios más en la misma zona. Aunque, ésta, ya es otra historia.
En aquel entonces era poco habitual ver a mujeres circulando en moto. Y menos aún en una Lambretta, rumbo a Francia para empezar una nueva vida junto a su amado esposo. Así fue como Ángela empezó a labrar su futuro y el de su familia. Trabajando duro en los fogones de un restaurante en el país vecino. Tan duro que se ganó la confianza del dueño, que les traspasó el negocio a su jubilación. Como se hacía antes, ¡un apretón de manos daba fe de que se había llegado a un buen acuerdo! Ángela convenció al viejo propietario de pagarle la deuda mes a mes durante cinco años y que le avalara las primeras compras a los proveedores. No está mal para empezar, pensaréis… Pues sí. Así era nuestra Ángela, mujer de armas tomar, que acabó abriendo este restaurante llamado antaño La Palmera, conocido por sus espléndidas tortillas de patata y paellas, y cuatro negocios más en la misma zona. Aunque, ésta, ya es otra historia.
En el 2017, Manel y Joaquim, gourmets apasionados por vicio y oficio, tomaron el legado de este establecimiento emblemático, del que se empeñaron en conservar su esencia de bar de tapas de toda la vida, una curiosidad en este barrio donde predominan en la actualidad las cadenas más internacionales. Su propósito es seguir siendo el punto de encuentro de los vecinos y visitantes que deseen hincar el diente a la mejor tradición culinaria de Barcelona. Por eso conservan intactos aquellos valores que instauraron, hace años, los antiguos dueños del local: cercanía, honestidad, calidad y una deliciosa cocina casera tradicional. Desde las paellas con su ‘sucarrat’ a la jugosa tortilla de patatas con cebolla, pasando por los refinados buñuelos de bacalao, el meloso pulpo a feira, las espectaculares gambas al ajillo, la cremosa ensaladilla, las picantonas bravas o los untuosos canelones o croquetas de temporada… La carta es un homenaje a aquellos platos más emblemáticos de la ciudad que se comparten con buen rollo entre amigos y familia. Y para rendir tributo a aquella mujer pionera que cocinaba como los ángeles, y seguir siendo fieles a los orígenes de un establecimiento que enamora, a la nueva criatura le pusieron el nombre de Casa Ángela.
En el 2017, Manel y Joaquim, gourmets apasionados por vicio y oficio, tomaron el legado de este establecimiento emblemático, del que se empeñaron en conservar su esencia de bar de tapas de toda la vida, una curiosidad en este barrio donde predominan en la actualidad las cadenas más internacionales. Su propósito es seguir siendo el punto de encuentro de los vecinos y visitantes que deseen hincar el diente a la mejor tradición culinaria de Barcelona. Por eso conservan intactos aquellos valores que instauraron, hace años, los antiguos dueños del local: cercanía, honestidad, calidad y una deliciosa cocina casera tradicional. Desde las paellas con su ‘sucarrat’ a la jugosa tortilla de patatas con cebolla, pasando por los refinados buñuelos de bacalao, el meloso pulpo a feira, las espectaculares gambas al ajillo, la cremosa ensaladilla, las picantonas bravas o los untuosos canelones o croquetas de temporada… La carta es un homenaje a aquellos platos más emblemáticos de la ciudad que se comparten con buen rollo entre amigos y familia. Y para rendir tributo a aquella mujer pionera que cocinaba como los ángeles, y seguir siendo fieles a los orígenes de un establecimiento que enamora, a la nueva criatura le pusieron el nombre de Casa Ángela.